Publicado En: Sab, feb 24th, 2018

¡Como te Enfermas, te Mejoras…!

LABBE (2)

En épocas estivales todo nos parece diferente. Cualquier ciudad con la mitad de sus habitantes, sin congestión, sin protestas, (léase sin destrozos), sin “los señores políticos” discutiendo por “sí o por no”, es una buena oportunidad para pensar “relajadamente” en las cosas que en el último tiempo han alterado nuestra paz social y la sana convivencia, como por ejemplo: “la cuestión mapuche”.

En Isla de Pascua -con cuyos habitantes me une una vieja amistad- y en el medio de la aldea ceremonial de Tahai,hicimos el ejercicio con mis amigos “rapa” y abordamos -desde el ombligo del mundo- la problemática de los pueblos originarios, su legislación, su integración, su “aculturización”, la discriminación e infinitas etcéteras…¿Qué mejor lugar para tratar el tema? ¡Ninguno!

Con un marcado acento pascuense uno de los presentes preguntó… ¿qué pasaría si los rapas tomáramos la misma actitud que los hermanos mapuches? Las miradas me apuntaron inquisidoramente, ¡se armó la tole tole!

A pesar del barullo inicial, donde todos opinaron, al final concluimos que la actitud del pueblo rapanui, con respecto a sus demandas, ha sido siempre firme, y, aunque no han faltado las convulsiones, las tomas y las amenazas de independencia, en todo momento, ha primado el diálogo.

Conocedor de lo que piensan los isleños de los continentales (no siempre positivo), aproveché para sumar puntos a la causa de la unidad nacional y les di todos “los créditos” a lo que se había dicho… “la isla ha logrado mucho con su actitud firme y realista, así cada vez va a lograr más”.

Sin dar pie a que me interrumpieran, cosa que veía venir, remarqué el carácter de “unitario” de nuestro país; recordé a mis “originarios” interlocutores que, si algo nos ha caracterizado históricamente, es tener “una nación”(personas que ocupan un territorio soberano, que tienen una tradición común y que la historia ha unido a través del tiempo), surgida de la fusión, el mestizaje y la inclusión,tanto de pueblos originarios, como de pueblos alóctonos (venidos de otras partes).

Recordando que el “Acuerdo de voluntades” (anexión de la isla al estado chileno), entre el rey rapanui Atemu Tekena y el marino chileno Policarpo Toro, se firmó recién en 1888, supuse que no se tenía conciencia de que por: nuestra condición geográfica; haber sido Capitanía General (no Virreinato); el rápido mestizaje; un proceso político caracterizado -en términos generales- por la estabilidad y la seriedad de sus gobiernos (decenios, liberales, radicales, democráticos, etc.), nuestro país había desarrollado -a través del tiempo- una cultura que, respetando la diversidad, nos había hecho únicos y diferentes.

Por lo mismo, resalté que en Chile existían varios pueblos originarios, entre amerindios y polinésicos, -mapuches, aimaras, atacameños, rapanui, kawesqar, yaganes-, todos mestizados con pueblos alóctonos que -hace muchas generaciones- eligieron nuestro país para vivir: españoles, franceses, alemanes, sirios, palestinos, italianos, croatas… de diferentes credos y posiciones políticas, y que hoy todos -manteniendo sus raíces culturales- se sienten “más chilenos que los porotos”.

El pascuense más anciano, a quien todos llamaban “Koro” concluyó: “es la politiquería la que nos saca de quicio… Ponen en jaque la gobernabilidad y la unidad (territorial y humana) de un país entero azuzando a minorías fanáticas. Sino quieren que esto se repita en el norte altiplánico, en la isla o en cualquier otra parte del territorio, tienen que ser los propios políticos los que solucionen este problema, mis ancestros decían…” ¡como te enfermas… te mejoras!