La canciller federal alemana Ángela Merkel viajó a Turquía para evaluar cómo se está implementando el acuerdo migratorio alcanzado entre la Unión Europea (UE) y ese país para poner freno a la ola de migrantes y refugiados.

El breve viaje es considerado crucial para Merkel por los cuestionamientos internos que afronta la mandataria alemana debido a su política migratoria y su acercamiento a Turquía, elementos que han provocado una caída de su popularidad.

La visita se produce además en medio de llamados de diversas organizaciones para denunciar en suelo turco las violaciones a la libertad de expresión y prensa en ese país.

Acompañada por el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y el vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, Merkel visitó esta tarde un campamento de refugiados en Nizip, en la suroriental provincia turca de Gaziantep, en la frontera con Siria.

Esa provincia, la que más refugiados sirios acoge en Turquía, es considerada preligrosa por Berlín, ya que opera el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (considerado terrorista por Turquía, Estados Unidos y la UE) y ha habido atentados del grupo yihadista Estado Islámico (EI).

Los políticos europeos conocieron la situación sobre el terreno para evaluar proyectos que la UE quiere apoyar económicamente en Turquía a fin de mejorar el suministro a los refugiados y la escolarización de los niños.

En la ciudad de Gaziantep, Merkel participó en la inauguración de un proyecto para familias financiado por la UE.

En su recorrido, los funcionarios europeos fueron acompañados por el primer ministro turco, Ahmed Davutoglu, con quien también hablaron sobre la forma de implementar el pacto migratorio acordado en marzo pasado entre la UE y Ankara.

Dicho pacto, que entró en vigor el 20 de marzo pasado, contempla la devolución de todo refugiado y migrante que llegue de forma ilegal desde Turquía a territorio griego cruzando el mar Egeo.

Sin embargo, la UE se comprometió a acoger por vías legales hasta 72 mil sirios.

El objetivo del acuerdo es disuadir a los refugiados de emprender peligrosos viajes por mar para llegar a Europa.

El gobierno alemán considera que el convenio ha resultado exitoso en la lucha contra las bandas de traficantes de personas, pero admite que queda mucho por hacer.

Sin embargo, la política de refugiados adoptada por el gobierno de Merkel y la cooperación con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, ha provocado una importante pérdida de popularidad de la canciller federal alemana.

En una clasificación de los políticos más populares en el país, publicada la víspera por el canal ZDF de la televisión pública, Merkel se ubicó en el quinto lugar tras caer de 1.8 a 0.9 puntos de valoración, con lo que fue la que más apoyo perdió recientemente.

La mitad de los encuestados considera improbable que Merkel se mantenga en el poder tras las elecciones del próximo año. Si hubiera elecciones mañana domingo, su partido, la Unión Democristiana (CDU), sólo obtendría 33 por ciento de los votos, el peor valor de esta legislatura.

El viaje de Merkel tampoco es fácil desde el punto de vista de la relación con Turquía. La canciller recibió presiones tanto de políticos de su país y europeos, como de Amnistía Internacional, para hablar de las violaciones a los derechos humanos en ese país.

Merkel, Tusk y Timmermans no deben “cerrar los ojos a las violaciones de los derechos humanos”, pidió el viernes desde Londres la organización humanitaria Amnistía Internacional.

El ministro alemán de Justicia, el socialdemócrata Heiko Maas, dijo que la libertad de prensa no es negociable, mientras el líder de los liberales, Christian Lindner, hizo un llamado similar, mientras los Verdes pidieron a Merkel reunirse con líderes de la oposición.

El propio gobierno alemán reconoce esas violaciones a la libertad de prensa, según el diario Rheinische Post.

En total, el gobierno germano conoce la existencia de 29 periodistas encarcelados o en prisión preventiva, indicó el Ministerio de Exteriores respondiendo a una pregunta de La Izquierda.

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