Publicado En: Vie, sep 12th, 2014

Juventud UDI falta a la lealtad histórica de su partido y condena al Gobierno Militar, con misiva propia de una juventud socialista

La juventud UDI, en un comunicado de su secretario general, intenta con una misiva, dar la espalda a la historia del partido que nace de figuras del régimen militar que han sido cercanas al ex Presidente Pinochet y que contaron con su confianza y participación en su  gobierno.

Un comunicado que se asimila a las palabras de un partido socialista, el Secretario General de la juventud del partido gremialista, intenta condenar e incluso de calificar de dictadura al gobierno militar que derrocó la Unidad Popular, tras la grave crisis institucional y constantes ilegalidades que el gobierno marxista pro-cubano pretendía imponer en  Chile. Armamentos, guerrillas armadas, cubanos en Chile, crisis social, desabastecimiento, expropiaciones y violencia social,  son aspectos que la juventud UDI parece haber olvidado.

La juventud UDI es presidida por Felipe Cuevas, recientemente preso en Venezuela por el régimen chavista.

La misiva que atenta directamente  contra los principios, historia  y coherencia política que ha mantenido la UDI hasta hoy,  señala:

 

La atrocidad y la operación de salvataje…

A partir de la conmemoración del 11 de septiembre de 1973 y aprovechando una natural “distancia generacional” a los hechos ocurridos en nuestro país desde fines de los años 60, las nuevas generaciones de la UDI queremos aprovechar la oportunidad de abordar de manera más objetiva esta historia reciente que tanto dolor y división ha generado en nuestro país.

Muchas veces se ha dicho que nuestra generación política tiene el desafío de construir el Chile del futuro en vez de enmarcarse en sucesos del pasado. Sin embargo, no podemos pretender mirar el futuro en unidad, de manera sana y constructiva, sin antes reconocer y decantar en el tapete de la historia una serie de sucesos que nos llevaron al quiebre institucional el día 11 de septiembre de 1973 junto a los acontecimientos que posteriormente se desarrollaron en el régimen militar de Augusto Pinochet.

Dicha condensación histórica -por lado y lado-, no ha sido lo suficientemente objetiva y justa para permitirnos avanzar… La profunda crisis política, social y económica que vivía Chile en el gobierno de Salvador Allende, junto con sus atropellos a la institucionalidad, reconocidos en registros y denuncias oficiales –tanto del poder legislativo como del poder judicial de la época-, nos pueden hacer entender la necesidad del actuar de las Fuerzas Armadas el año 73; sin embargo, hoy también queremos decir con fuerza que NO HAY CONTEXTO ALGUNO que justifique la violación a los Derechos Humanos que se produjeron con posterioridad en el régimen de Pinochet. Hoy queremos dar una señal de consecuencia hacia la protección y promoción de la dignidad humana y sus derechos de manera INCONDICIONAL, sin justificaciones económicas, institucionales o históricas.

Para ello, y habiendo celebrado de manera reciente los 100 años de edad de Don Nicanor Parra, quisiéramos tener como base de nuestras declaraciones una breve cita que nos plantea la más grande de las interrogantes a resolver para avanzar en el tratamiento de este tema:

“Por una parte es un salvador, si no fuera por Pinochet estaríamos como Cuba. Eso es un hecho. Pero enseguida las atrocidades que se cometieron. Uno quisiera un salvador sin atrocidades. ¿Cómo junta uno las dos cosas? La atrocidad con una operación de salvataje…”

Creemos que las palabras de Parra no hacen más que reconocer que no hay atrocidad que se justifique, por muy grande que sea el salvataje… Finalmente ¿Con qué se queda la historia?, ¿Con qué se queda la memoria? ¿Con qué se queda la cultura? La naturaleza humana siempre condenará los atropellos a la dignidad por sobre la justificación de salvatajes económicos, o sociales…

En virtud de lo anterior, creemos que es importante reconocer que la acción de las Fuerzas Armadas, pese a ser solicitada por un amplio rango de posturas políticas y movimientos sociales de la época, derivó sin duda en un régimen autoritario con limitación de ciertas libertades individuales que consideramos fundamentales para la vida en sociedad. Queremos ser muy claros en la profunda condena a estos hechos. El régimen de Pinochet, pese a que detuvo el avance de una ideología socialista totalitaria que terminaría con la libertad de nuestro país y nos dejaría “como Cuba” -ocupando la alusión de Parra-, generó una serie de violaciones reiteradas y sostenidas a la dignidad de las personas, contando con todos los elementos necesarios para llamarla –sin más eufemismos- una dictadura.

Queremos aprovechar la oportunidad para señalar que la dictadura militar, pese a haber dejado la base institucional que cimentó el desarrollo de Chile en los años posteriores, hubiera podido terminar en el más crudo de los corporativismos de no haber sido por la intervención inteligente de figuras como la de nuestro fundador Jaime Guzmán. El “régimen del salvataje” –como diría Parra- hubiera tenido consecuencias mucho peores de no ser por la influencia de una serie de intelectuales, economistas, juristas, militares y estudiosos, que injustamente denominados como “cómplices pasivos” –y algunos incluso, injustamente condenados por la historia, la cultura o tribunales de la República-, en realidad le dieron a la dictadura un marco jurídico, político, económico e institucional, que fijaron los límites de la eventual actuación abusiva que suelen tener los gobiernos de facto. Pinochet entregó la banda, después de un plebiscito democrático… Queremos ser efusivos en el reconocimiento político del valor de esas personas, que lucharon por el diseño de un país en libertad, de una sociedad responsable donde las dictaduras se terminan con votos y no con balas. Aquí recae gran parte del respeto que Chile debe a la figura de personajes como Jaime Guzmán, que en su oportunidad, al igual que nosotros a través de esta carta, condenó reiteradamente los sucesos que atentaran contra la dignidad humana, siendo víctima fatal de uno de esos sucesos en manos de una organización terrorista asociada al Partido Comunista.

En virtud de lo anterior, con estas palabras queremos ser capaces de transmitir desde una “nueva generación” política, que los DDHH no son capital ni de la izquierda ni de la derecha, son patrimonio de la humanidad y su defensa debe realizarse de manera irrestricta e incondicional. Queremos terminar con la instrumentalización que ciertos sectores de la política chilena le dan al tema, manteniendo abierta la herida de nuestro país con la manipulación de sucesos históricos atroces cuando fueron víctimas, pero el silencio perpetuo y la pasividad total cuando su ideología es la victimaria… Queremos resaltar especialmente la inconsecuencia de una serie de representantes jóvenes de ciertos partidos, que rasgan vestiduras con los atropellos producidos durante el gobierno militar, pero guardan silencio en relación al asesinato de Jaime Guzmán o a las violaciones a los DDHH que en la actualidad se producen en países como Cuba, Venezuela o Norcorea. Creemos que la juventud agrava la falta de dichos personeros ya que pese a su corta edad, no han sido capaces de separarse generacionalmente de las pasiones de la historia.

Adicionalmente, queremos aprovechar la oportunidad de emplazar al gobierno chileno a que no sea “cómplice pasivo” de esta inconsecuencia en el tratamiento de la dignidad de la persona, apelando a que realicen una condena expresa a los regímenes antidemocráticos que existen en la actualidad y a la posibilidad de recibir de manera oficial a representantes de la oposición de dichos regímenes. Queremos aprovechar de transmitirle al Gobierno y a toda la sociedad chilena que también son violaciones a la dignidad de la persona, la interrupción injustificada de la vida del que está por nacer o el tratamiento que a veces damos a hermanos extranjeros que ingresaron y se han hecho parte activa de nuestro país, intentando vivir la libertad de oportunidades por la que trabaja incansablemente nuestro partido.

Queremos transmitirle a todos los chilenos que, también son acciones condenables contra los Derechos Humanos, todo atentado a la integridad física y psíquica de las personas, por lo que queremos condenar con fuerza toda acción de encapuchados en marchas o manifestaciones y sobre todo, la condena a todo acto terrorista que hoy ocurre en nuestro país, aunque algunos lo quieran negar… nuestro fundador fue víctima del terrorismo el año 1991 y hoy, siguen habiendo víctimas de lo mismo en todo momento y en todo lugar (incluso en el metro).

Por último, quisiéramos señalar que no habrá en Chile un tratamiento integral a los DDHH, mientras los políticos no terminen aquella dicotomía odiosa que existe hoy entre las prioridades superficiales de una politiquería de 4 paredes, con las verdaderas urgencias sociales que viven día a día los ciudadanos de un Chile que algunos quieren esconder y no quieren reconocer –sean de izquierda o de derecha-.

Para finalizar, queremos luchar para que se exprese con aún más fuerza en la Declaración de Principios de nuestro partido, el respeto incondicional e irrestricto por la dignidad de la persona y los derechos que emanan de su naturaleza, sin justificaciones ni eufemismos, sin más contextualizaciones históricas de un periodo que debemos empezar a condenar para poder avanzar, de una vez por todas.

Ricardo Neumann
Secretario General Juventud UDI

La directiva del partido no se ha pronunciado frente a las declaraciones de un militante que pretende divorciar a su partido del régimen del cual nacieron, se formaron y construyeron su vida política como institución.