Publicado En: Lun, abr 18th, 2016

Aguas Sucias

Todo hacía suponer que esta semana se entraba en tierra derecha, o, si se quiere (para los que todavía sienten complejos por sus convicciones), se tomaría la recta final hacia las elecciones municipales, programadas para octubre de este año. Entre martes y miércoles se vence el plazo que el legislador fijó  para que las coaliciones políticas, de uno y otro lado, inscriban en el SERVEL los precandidatos a alcaldes en aquellas comunas donde tengan más de uno. Todo muy democrático: se acababan las designaciones a dedo o por secretaría y el representante del sector lo elegirían los vecinos a través de elecciones primarias municipales. Excelente profundización y perfeccionamiento de nuestra democracia.

Pues bien, preocupados al comprobar que tan loable intensión quedaba como letra muerta y que al mejor estilo de “iluminados” las cúpulas de Chile Vamos decidían, entre cuatro paredes, quiénes serían los candidatos a alcaldes del sector, lo que pasó al menos en Providencia, me hallaba definiendo una respuesta a tan ignominioso proceder… cuando se dejó caer el “diluvio” que causaría una catástrofe en todo el país y con particular intensidad en… ¡Providencia! Mi  foco estratégico cambió inmediatamente.

Nadie pudo quedar indiferente al ver transformada Providencia, pleno siglo XXI, en un rio de barro, que a su paso destruía lo que se le pusiera por delante y arruinando literalmente todo aquello que personas comunes y corrientes, verdaderos emprendedores, con tanto esfuerzo habían construido: restaurantes, librerías, tiendas, subterráneos, muebles… ¡Qué más decir… si usted lo vio!

Siempre he sostenido que desde el punto de vista metropolitano Providencia es “la capital de la capital”, la comuna articuladora de la gran ciudad, y que con un urbanismo ejemplar constituye un referente citadino a nivel nacional e internacional. Se suma a lo anterior la “vocación de barrio” que tienen sus vecinos y que la hace, para muchos, una comuna en esencia aspiracional: son muchos los que sueñan con vivir en Providencia por su calidad de vida, la dimensión humana que muestra su desarrollo, sus parques y sus plazas, la oferta integral de sus servicios, su articulación en el transporte público, etcétera….

Al momento de analizar las características que definen los emprendimientos en la comuna se aprecia un alto nivel de medianas y pequeñas empresas del más variado tipo. Aquellas actividades  que conocemos como Pyme son el motor del desarrollo y de la generación de recursos a nivel local y permiten al municipio ser socialmente muy solidario y con una gran sensibilidad con los más necesitados. Existe meridiana claridad respecto de que Providencia es una comuna atractiva para invertir, base fundamental para que ese desarrollo genere la calidad de vida que enorgullece a sus vecinos y a la que legítimamente aspiran otros.

Hoy, todo se debe centrar en volver tan pronto como sea posible a la normalidad; ya se verá luego quién es el o los responsables del desastre. Pongo especial énfasis en este último punto pues si hay algo claro es que Providencia tiene un gobierno comunal extraordinariamente mediocre, cuya gestión se ha caracterizado por no hacer las cosas bien, muy al contrario. Del gobierno central mejor ni hablar. Ambos niveles con la desidia, inepcia y negligencia que los caracteriza intentan lavarse las manos, con el agua ya caída, y bien sucia.

Columna de Opinión

Por

Cristián Labbé Galilea