Publicado En: Lun, feb 8th, 2016

¿Todo bien… Todo un agrado?

Para el ciudadano común y corriente estos días son de un gran sosiego: unos disfrutan de merecidas vacaciones y otros trabajan “a media máquina”, saboreando una vida citadina que durante el año es infernal debido al tráfago y el gentío. No se ve a nadie muy fastidiado. En el día a día se aprecia un estado de ánimo amable, pareciera que sobra el tiempo y que podemos irnos a casa temprano y tranquilos. Es una situación ideal, casi paradisiaca, para los que trabajan. Y a los que veranean, las mañanas grises los hacen sentir menos culpables por el ocio remolón y los resta a las iras contra la “fragata portuguesa”, que impide bañarse en el litoral central, a la vez que se benefician de un bajo riesgo de Zika… ¡Todo bien, todo un agrado!

¡Y cómo no van a estar bien las cosas, si la presidente subió cuatro puntos en las encuestas…! Si crecimos al 2% y no al 1,8 como se había pronosticado… No formalizaron a Dávalos… Tenemos DT para la roja… Longueira se “pisó la huasca” con su propuesta… ¡que más quieres! Fueron los argumento de mi oficialista contertulio.

Para mis adentros pensé “No podemos haber llegado a este punto. Cómo puede ser que estas ‘pírricas victorias’ (victorias intrascendentes que tienen alto costo) se esgriman como magnos éxitos…, qué mediocridad!” Le recordé a mi parroquiano que el propio rey Pirro al ver su victoria contra los romanos había señalado… “otras victorias como esta y llegaré solo a casa”.

Lo que ocurre es que definitivamente se instaló la mediocridad en las esferas de gobierno. Hoy por hoy, prima la visión de corto plazo por sobre el interés permanente y superior del país. El gobierno, débil, superado por las circunstancias, no da indicios de asumir un actuar firme y lúcido ni tiene interés por hacer otra cosa que subir un poco en la próxima encuesta, ¡o no seguir bajando! La falta de liderazgo y de prestancia de la presidenta agranda el vacío político y alimenta la división y el interés partidario.

Qué distinta actitud la del ciudadano común y corriente, que aprendió que “nunca mucho cuesta poco” y que si hoy está de vacaciones es por su trabajo, que le permitió comprarse el “autito” y arrendar una “cabañita” o, por último, recorrer el sur “pegando en la pera” a algún familiar. Él sabe que solo si el país crece él puede progresar y que mientras mayor sea el crecimiento, mejores serán sus expectativas y las de su familia.

Por eso, las encuestas nunca van a mejorar de forma sustantiva y constante, sino solo algunos escuálidos puntos, mientras el oficialismo no se convenza de que el país necesita volver a crecer con orden, con seguridad, con un gobierno que desde arriba piense en grande y que los problemas los solucione verdaderamente desde abajo.

Si usted no se ha convencido de que ese es el camino, más vale que aprovechando los agradables y sedentarios días veraniegos se vaya “tirando a la piscina”, porque bien es sabido que “el que primero se moja, más tiempo tiene para secarse”.

Por Cristián Labbé Galilea