A 12 años de la ‘revolución pingüina’ que instaló en la agenda pública las bases para una discusión sobre educación en lo sustantivo, urge profundizar en ciertas cuestiones relativas a acceso, calidad y equidad.

Si consideramos que – a continuación de la Región Metropolitana – el Gran Concepción y Gran Valparaíso representan la mayor concentración de alumnos matriculados en universidades, institutos profesionales y centros de formación técnica del país; ¿por qué debemos seguir esperando a que las iniciativas para estas grandes mejoras a las que todos aspiramos provengan desde Santiago?. Tal vez esta sea la oportunidad para proponer, desde las regiones, un ‘máster plan’ para la educación superior chilena en que intendentes y parlamentarios convoquen a todos los actores involucrados a una gran mesa de trabajo, generando algo inédito en la historia de nuestro país. Porque, de momento, sólo una cosa está clara: mientras los dirigentes de la CONFECh insistan en que las reformas se logran a través de manifestaciones, tomas, paros o marchando, los estudiantes de Chile deberán seguir esperando.

Rodrigo Araya Chandía