Publicado En: Mie, feb 1st, 2017

GOBIERNO Y CATÁSTROFE

Por Cristián Labbé G.

Es  cierto, no parece correcta la actitud que ha sumido la oposición de reprochar y reconvenir sin ningún pudor a la presidente Bachelet y al gobierno por la forma como han enfrentado esta histórica catástrofe nacional. Tampoco parece bien que en un año electoral los señores políticos traten de obtener “pingües dividendos” con lo que está pasando. La prudencia y la altura de miras que debe tener todo político de fuste recomiendan que para opinar puedan imaginarse los misteriosos vericuetos por los que se mueve el poder y entender las intrincadas complejidades que conlleva la acción de gobernar.

Asumamos -en forma simple- que  “política y gobierno” son dos conceptos que desde Aristóteles (siglo V A.C.) han marchado de la mano e identifican la actividad orientada a ejercer el poder con la intención de alcanzar determinados objetivos y ejecutar la dirección, la administración y el control de un Estado, ciudad o colectividad con el fin de resolver o minimizar los problemas.

Podemos concluir por tanto que gobernar tiene que ver con algo más que soportar injustas críticas, ingratas incomprensiones, interminables exigencias de personas relacionadas y de grupos de poder o realizar vistosas pantomimas circenses para responder a los requerimientos de partidos políticos aliados. Gobernar entonces es más que nada dirigir, priorizar, liderar, anticiparse y fundamentalmente generar confianza y seguridad para la comunidad gobernada.

Es en los momentos de crisis o conflictos cuando debe aparecer nítidamente el verdadero gobernante, el líder, el estadista, el que resuelve, el que marca el rumbo y evita el caos, la anarquía y la desazón, el que es capaz de generar la credibilidad y confianza necesarias para neutralizar los abusos comunicacionales de inescrupulosos que copan las redes sociales.

Lamentablemente en nuestro país nos hemos acostumbrado a comprobar que ser gobierno significa algo baladí, anodino, inocuo, algo que… pareciera que está, pero que al mismo tiempo no está, un ente que considera evadirse como la mejor forma de enfrentar cualquier crisis y, si eso no fuera suficiente… un bono: anunciado en cadena nacional, puede ayudar a paliar la contingencia.

Ante tan evidente realidad, (y suponiendo que “la titular” está en otra) es válido preguntarse… ¿qué pasa con la institución Presidente de la República,  con ese poder del estado que se conoce como Ejecutivo, con esa asombrosa maquinaria administrativa que pagamos con nuestros impuestos todos los chilenos, cuya neurona principal se ubica geográficamente en el segundo piso de La Moneda y a quien corresponde dirigir a ministros, intendentes y gobernadores, entre otros?

Claramente esa neurona esta insubsanablemente atrofiada. En las alturas del poder solo se piensa en el aquí y el ahora, sin importar los efectos que eso tenga para el futuro. Es más importante responder a los grupos minoritarios que se toman la calle, a los gritos de “si al aborto… no a las AFP… ni perdón ni olvido”…

Coincidamos entonces que  ante esta evidencia, no es justo criticar al gobierno y aprovecharse de la catástrofe para obtener dividendos políticos… Es mucho más honesto y verdadero decir a voz en cuello que el gobierno y la presidente Bachelet han actuado con la prontitud, la formalidad, la prioridad, la urgencia, la eficiencia con que lo ha hecho siempre: es decir, ¡ninguna!