Publicado En: Lun, jun 20th, 2016

Entre el miedo y los sueños

Si en algo pareciéramos todos de acuerdo es en que nadie está conforme con lo que pasa en nuestro país. Abrir un diario, ver un noticiario, conversar con un taxista, escuchar a la gente en el metro o en algún café, confirma el desagrado que causa lo que está pasando. Violencia, inseguridad, desgobierno, y los políticos no ahorran descalificaciones para referiste al contrincante… Nos hemos vuelto un país trastornado y, quizá más grave, triste.

Da la sensación de estar en medio de una tormenta de aflicciones, ahogados en un mar de angustias, afligidos por lo que pasa y lo que puede pasar. Esto a todo nivel. Personas “exitosas” de vida holgada y sin aparentes preocupaciones trasuntan perplejidad y desánimo para seguir lidiando en las actuales circunstancias. Por su parte, personas que tienen poco o muy poco, también manifiestan haber perdido la esperanza de realizar sus sueños en un ambiente como este. En suma, es el temor el que nos debilita, nos domina, y es por la paz que nos falta…

¿Qué pasa? ¿Porque todo esto? ¿Cómo se sale de semejante incordio? Mil respuestas, cada uno tiene la suya, cada uno tiene su interpretación de los hechos y al final las cosas van de mal en peor, sin que nadie se haga responsable y sin que se avizoren soluciones, ni en el corto ni en el mediano plazo… “más carabineros, menos marchas, mano dura, más tierra para los mapuches, mas sindicalismo, otro ministro menos protagónico”, y un exceso de etcéteras…

Divididos entre los que acusan, los que excusan y los que “les da lo mismo”, nos hemos vuelto un país sin horizontes, sin una visión de futuro. Un futuro donde quepamos todos. Donde con respeto y tolerancia podamos convivir en un ambiente mínimo de paz, estabilidad, orden y progreso, donde con libertad, responsabilidad y realismo se pueda aspirar a un mejor futuro y a una mayor felicidad.

Ese ideal, modesto al fin, que no pareciera tan difícil de lograr, se nos pone “cuesta arriba” sin embargo cuando comprobamos que lo que verdaderamente nos hace falta son liderazgos, modernos, futuristas, convincentes…, con capacidad de concretar algo tan sencillo.

En la actualidad no es nada frecuente encontrar políticos y autoridades públicas originales, fieles a sus ideales, a sus pensamientos y a sí mismos. Ese tipo de personas que no imitan a nadie, que tienen una vida y pensamiento propios. Lo habitual son protagonistas que van por la vida dejándose manipular por las reglas de lo políticamente correcto, buscando agradar a todos, anhelando ser aceptados, sin importarles los efectos que tengan sus conductas en el devenir ciudadano.

Esa es la barrera a derribar para poder avanzar. Debemos acrecentar la confianza en nosotros mismos para vencer a los agoreros que buscan debilitarnos y apagar la fuerza que hay en nuestras ideas, de lo contrario quedaremos empantanados en este poco esperanzador presente y retardaremos más de la cuenta la realización de nuestras metas y de nuestras aspiraciones.

Angustiarnos y no enfrentar con decisión esta realidad nos puede conducir al pánico y hundirnos  aún más en ese hoyo negro que nosotros mismos hemos ayudado a crear. Claramente, afligirnos nos debilita y nos resta la capacidad de ser exitosos. Bien dicen: “que tus sueños sean más grandes que tus miedos”.

Por Cristián Labbé Galilea