Publicado En: Sab, may 18th, 2019

Columna: Al diablo con esos diablos

Leer los diarios o ver las noticias en estos días no resulta muy motivador; incluso para las mentes optimistas, abundan “las malas nuevas”. Cuando no es una de las tantas algarabías políticas que enrarecen la convivencia nacional, es un escándalo financiero o uno de los sorprendentes conflictos en el poder judicial; ni qué decir de los temas relacionados con la violencia y la inseguridad… Lo que estamos presenciando en estos tiempos es, una vez más, la apertura de una Caja de Pandora.

Según la mitología griega, esta misteriosa caja fue un regalo que Pandora recibió con instrucciones de no abrirla bajo ninguna circunstancia, pero “el diablo metió la cola” y la tentó a abrirla para ver qué había dentro. Al hacerlo, escaparon “todos los males del mundo” que los dioses habían guardado en su interior; cuando pudo cerrarla, sólo quedó en el fondo “el espíritu de la esperanza”, el único bien que habían metido en ella.
Abrir una caja de Pandora nos recuerda -en estos días- que una acción, en apariencia pequeña o inofensiva, puede terminar trayendo consecuencias inesperadas… que es exactamente lo que estamos comprobando hoy por hoy.
Los rechazos en el parlamento a las iniciativas legislativas del gobierno, que el Ejecutivo haya debido retirar la candidatura de Dobra Lusic a la Corte Suprema -a pesar de que era la candidata de la izquierda-, las acusaciones cruzadas entre los fiscales de Rancagua, las irregularidades en el INE y los detalles del funeral de un narcotraficante, nos está advirtiendo que la institucionalidad está “patas para arriba” y nos está confirmando que: el diablo tiene un amplio guardarropas.
Para el ciudadano común y corriente, por insignificante que parezca un incidente o por banal que resulte un caso, su percepción de la situación es que ésta va de mal en peor, y eso le preocupa.
Posiciones más o menos radicales, más o menos politizadas, todas en general coinciden en que los problemas tienen su causa y su origen en los “políticos diablos o los diablos políticos” que, así como son capaces de subirse el sueldo, pueden en el mismo acto negarle la sal y el agua a cualquier iniciativa que beneficie al resto de la sociedad, porque a ellos el país “les importa un bledo” (planta salsolácea comestible pero poco valorada).
Siendo testigo de los males que nos afectan y, muy a la chilena, echándole la culpa a la curiosidad de Pandora, esta “positiva pluma” recuerda a sus lectores lo que la mitología griega nos aconseja… “la esperanza es lo último que se pierde”, y que un viejo refrán nos enseña que “el diablo solo tienta a aquel con quien ya cuenta”… Por lo tanto, sugiere no dejarse arrastrar por visiones negativas.
Si los “políticos diablos o los diablos políticos” han abierto la Caja de Pandora y han traído “los males al mundo”, el camino que nos queda es: mandar al diablo a esos diablos… y, como nos sugiere Paul Johnson (Al diablo con Picasso, 1996) “debemos asumir que vivimos en un mundo infinitamente bello donde pulula la gente fascinante, los hechos alentadores y la risa abundante…”.
Cristián Labbé Galilea.